Tu Cultura, cómo la intentaron destruir, cómo la restaurarás

Lo que casi nadie, salvo LauroClub, te contará

Intuyes claramente que la Cultura no es lo hoy se aprecia en todas partes. Por eso estás aquí. En cada universidad, en cada institución cultural, en cada premio literario, se repite el mismo patrón: el desprecio sistemático hacia nuestra herencia cristiana y la exaltación de ideologías que socavan los fundamentos mismos de la civilización. Lo que no sabes es realmente en qué consiste nuestro Orden, el que siempre existió en España y en muchos otros pueblos, qué sucedió para que la Civilización se convirtiera en Barbarie, y cómo vamos a restaurarla nosotros. En LauroClub somos de los poquísimos que te lo contarán directamente, sin medias tintas.

Algo tan hermoso y complejo, íntimo y público al mismo tiempo, como es una cultura, es extremadamente difícil de definir. Creemos que lo mejor para amarla más, pues amar es conocer y conocer amar, es ver, en un esquema condensado, lo que hicieron para destruirla sus enemigos (que Dios confunda).

La Gran Subversión: Anatomía de un Asalto Cultural

Querido lector, es crucial que entiendas que el deterioro de la civilización occidental cristiana no fue producto del azar o de la simple evolución de las ideas, sino el resultado de un proceso sistemático y deliberado que comenzó hace al menos cinco siglos y que hoy alcanza su culminación. Esta «Gran Subversión», como podemos denominarla, ha seguido un plan metódico cuyas etapas podemos identificar con claridad.

Primera Oleada: La Ruptura de la Cristiandad (Siglo XVI)

Destrucción de obras de arte seculares, imágenes religiosas, y tesoros culturales invaluables a manos de los protestantes iconoclastas.

La unidad espiritual de la Cristiandad (no Europa, que es en verdad su sustituto artificial), forjada a lo largo de más de mil años, quedó fatalmente comprometida con la Reforma protestante. Esta herejía, inventada por Lutero, Calvino y otros compinches, no se limitó a cuestionar ciertos aspectos disciplinarios de la Iglesia, sino que introdujo principios radicalmente revolucionarios:

  1. El libre examen: Al rechazar la autoridad magisterial de la Iglesia, Lutero introdujo el falso principio del juicio individual en materia religiosa, sembrando la semilla del subjetivismo moderno. Como si la verdad universal dependiera de la opinión personal, y la realidad se tuviera que someter al capricho de cualquiera.
  2. La negación de la Tradición: Al establecer el principio llamado «sola Scriptura» como único criterio de verdad en cuanto a la religión, se rompió con quince siglos de pensamiento cristiano, es decir con la Tradición, abriendo la puerta a interpretaciones arbitrarias.
  3. La secularización del poder político: La sumisión de las iglesias reformadas al poder temporal invirtió el orden jerárquico tradicional, donde lo espiritual primaba sobre lo temporal.
  4. La fragmentación doctrinal: A causa de ello proliferaron cientos de sectas, sembrando la sociedad de odios, lo cual además demuestra la inconsistencia intrínseca del protestantismo, incapaz de mantener una unidad dogmática.
  5. El derrumbe moral: A causa de que suprimieran la mayoría de los Sacramentos, la veneración por los Santos, y el conocimiento de los grandes sabios y doctores y Padres de la Iglesia, la ética pública y la moral de las gentes se fue pervirtiendo con el paso del tiempo.

Esta ruptura no solo tuvo consecuencias religiosas, sino que transformó profundamente la mentalidad de los pueblos de la antigua Cristiandad. El humanismo renacentista, inicialmente compatible con la fe católica, derivó en múltiples corrientes cada vez más alejadas de la ortodoxia cristiana. Figuras como Erasmo, aun permaneciendo formalmente católicos, contribuyeron a crear un clima intelectual donde la autoridad de la Iglesia quedaba supeditada al juicio de los eruditos.

La Respuesta Católica: El Concilio de Trento y la Contrarreforma

El magno Concilio de Trento

Frente a esta primera oleada revolucionaria, la Iglesia Católica respondió con vigor. El magno Concilio de Trento (1545-1563) reafirmó la doctrina tradicional con precisión y claridad: reafirmó el canon bíblico y la autoridad de la Tradición, clarificó la doctrina sacramental frente a las innovaciones protestantes, estableció normas para la reforma disciplinar del clero, impulsó la creación de seminarios para la formación sacerdotal, volvió a confirmar la forma de la liturgia, e innumerables otras grandezas morales.

Este esfuerzo contrarrevolucionario, continuado por la Monarquía Española, el Sacro Imperio, el Papado, la Compañía de Jesús y la Orden Dominica y otras órdenes religiosas, las Universidades de la Cristiandad, logró contener la expansión protestante y revitalizar la vida cristiana en los países que permanecieron católicos. El Siglo de Oro español representa el esplendor de esta renovación católica, con figuras como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, Diego Laínez, Suárez, y una pléyade de teólogos, santos, místicos y artistas que enriquecieron inmensamente el patrimonio cultural cristiano.

Segunda Oleada: La Ilustración y el Racionalismo (Siglo XVIII)

Club de «Philosophes»

La siguiente fase del asalto a la civilización cristiana se gestó principalmente en Inglaterra y Francia durante el siglo XVIII. A diferencia del protestantismo, que pretendía mantener al menos formalmente la adhesión a las verdades fundamentales de la Fe cristiana, la Ilustración representó un ataque frontal contra la revelación y la tradición.

Sus características principales fueron:

  1. El deísmo: Una reducción de Dios a un mero principio abstracto, negación de la Providencia divina y rechazo de toda revelación sobrenatural.
  2. El racionalismo: Es la exaltación absoluta de la razón humana como único criterio de verdad, negando la necesidad y posibilidad de la fe.
  3. El naturalismo: Que es la reducción de toda realidad a causas puramente naturales, excluyendo lo sobrenatural y trascendente.
  4. El enciclopedismo: Un proyecto sistemático de reordenación del conocimiento humano prescindiendo de la teología y la tradición, mediante la falsificación de los conocimientos de forma ideológica, con apariencia de rigor científico e imparcialidad.

Figuras como Voltaire, Rousseau, Diderot y D’Alembert emprendieron una campaña deliberada contra el cristianismo, utilizando la sátira, la tergiversación histórica y la propaganda para socavar la autoridad de la Iglesia en la sociedad francesa. Se sumó a ellos la masonería, organizada formalmente en 1717, que se convirtió en el vehículo más potente para la difusión de estas ideas entre las élites europeas.

En España, tras la guerra de sucesión y el comienzo de la dinastía borbónica, se introdujeron gradualmente estas corrientes ilustradas, especialmente durante el reinado de Carlos III (1759-1788). El regalismo, la expulsión de los jesuitas (1767) y la política cultural afrancesada representaron un primer intento sistemático de debilitar la influencia de la Iglesia en la sociedad española.

La Revolución Francesa: El Gran Cataclismo (1789-1815)

Una de las muchas matanzas contra católicos laicos o religiosos durante las revoluciones

Los principios subversivos gestados durante la Ilustración encontraron su aplicación práctica en la Revolución Francesa, auténtico parteaguas de la historia moderna. Por primera vez, un país central de la cristiandad experimentaba la destrucción sistemática del orden tradicional, mediante la abolición de la monarquía, la nobleza y todas las instituciones del Antiguo Régimen; la persecución religiosa, con la que realizaron una confiscación de bienes eclesiásticos, la Constitución Civil del Clero, y el martirio de miles de sacerdotes y religiosos; el terror revolucionario, con el que institucionalizaron la violencia política como método de transformación social; el culto cívico, que fue un intento de sustituir el cristianismo por una religión secular centrada en el culto a la Razón o al Ser Supremo; o la expansión revolucionaria, con la que exportaron los principios revolucionarios mediante la guerra a toda la antigua Cristiandad, ya en plena sustitución por la figura revolucionaria de Europa.

Las guerras napoleónicas (1803-1815) extendieron estos principios subversivos por todo el continente. Aunque la Santa Alianza logró restaurar parcialmente el orden tradicional tras la derrota de Napoleón, el veneno revolucionario ya había penetrado profundamente en el tejido social europeo.

El Siglo XIX: Liberalismo y Socialismo

Matanzas contra religiosos en España por parte de revolucionarios

La restauración de 1815 fue efímera. Las revoluciones de 1820, 1830 y 1848 demostraron la persistencia y creciente fuerza del impulso revolucionario, ahora bifurcado en dos corrientes principales:

  1. El liberalismo: Heredero directo de la Ilustración y la Revolución Francesa, que propugnaba el Constitucionalismo y la limitación del poder monárquico; la Secularización progresiva de la vida pública, el Individualismo económico y político, el Sufragio censitario y parlamentarismo, la Separación Iglesia-Estado.
  2. El socialismo: Surgido como crítica al orden liberal-burgués, pero compartiendo sus premisas anticristianas: el Materialismo filosófico y económico, la lucha de clases como motor de la historia, el Colectivismo estatal, el Ateísmo militante.

Estas dos corrientes, aparentemente antagónicas, comparten una misma matriz revolucionaria y anticristiana, como brillantemente analizó Donoso Cortés en su «Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo». Son hoy dos de las tendencias de los revolucionarios que en todas partes se conocen como «derechas» e «izquierdas», que han procurado ambos presentar como las únicas alternativas existentes en política, con la intención de que los pueblos no descubran el Orden verdadero.

El Caso Español: Un Combate Singular

Requetés carlistas antes de la batalla contra los revolucionarios

España vivió este proceso revolucionario de manera particularmente dramática y prolongada. La invasión napoleónica de 1808 desencadenó simultáneamente:

  1. Una guerra contra la revolución extranjera invasora: que fue la resistencia heroica del pueblo católico español contra el invasor revolucionario francés.
  2. Una revolución liberal de sus propias élites: pues aprovechando el vacío de poder durante aquella guerra, los elementos afrancesados impulsaron las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 para imponer en España la revolución de sus mismos invasores.

Este gran evento y sus secuelas marcó todo el siglo XIX español, caracterizado por el enfrentamiento entre:

  • La España tradicional: Defensora de la religión católica, la monarquía tradicional y los fueros regionales, representada principalmente por el carlismo.
  • La España liberal: Imitadora de modelos extranjeros, centralista, secularizadora y parcialmente anticlerical.

Las guerras carlistas (1833-1840, 1846-1849, 1872-1876) fueron la expresión más clara de este conflicto. A diferencia de otros países europeos, en España la resistencia tradicionalista fue masiva y prolongada, especialmente en regiones como Navarra, el País Vasco, Cataluña y el Maestrazgo.

El triunfo final del liberalismo, consolidado tras la Restauración de 1875, no significó la pacificación real del país. La Constitución de 1876, aunque formalmente reconocía el catolicismo como religión oficial, continuó el proceso de secularización mediante el control estatal de la educación, la limitación de las órdenes religiosas, la tolerancia progresiva de cultos no católicos, la subordinación de la Iglesia al Estado en numerosos ámbitos, y otras nefastas políticas.

Este liberalismo doctrinario preparó el terreno para ideologías más radicales. El krausismo, introducido por Julián Sanz del Río y desarrollado por la Institución Libre de Enseñanza, sembró un panteísmo difuso entre las élites intelectuales. Simultáneamente, el anarquismo y el socialismo marxista penetraban en las masas obreras, especialmente en Cataluña y Asturias.

La Gran Aceleración: Siglo XX

Requetés carlistas presentando filas durante la última Cruzada

El siglo XX representó una intensificación dramática del proceso revolucionario. Tres acontecimientos marcan esta aceleración:

  1. La Primera Guerra Mundial (1914-1918): Destruyó los últimos imperios tradicionales (Austro-Húngaro, Ruso, Otomano) y desacreditó definitivamente el orden europeo decimonónico.
  2. La Revolución Rusa (1917): Primera implantación a gran escala del comunismo, que rápidamente se convirtió en modelo para movimientos revolucionarios en todo el mundo.
  3. La Revolución Cultural (1968): Extensión de la subversión al ámbito de las costumbres, la familia y la moral personal.

España vivió este proceso con características propias:

  • Segunda República (1931-1936): Intento de implantación acelerada de un programa revolucionario, con una Constitución laicista, una persecución religiosa, una nefasta reforma agraria colectivista o la promoción de separatismos regionales.
  • Guerra Civil (1936-1939): También llamada Cruzada, fue el por el momento último gran enfrentamiento entre la concepción de la sociedad católica tradicional frente a la destructora y revolucionaria.
  • Régimen de Franco (1939-1975): bajo el pretendido intento de restauración parcial del orden tradicional, progresivamente las tendencias republicanas y revolucionarias culminaron en la implantación del mismo régimen republicano anterior a la guerra.
  • Transición y democracia liberal (1975-actualidad): Homologación definitiva de España con el modelo político revolucionario contemporáneo.
La Situación Actual: La Fase Terminal

Demolición de una iglesia

Hoy enfrentamos lo que podríamos denominar la fase terminal de esa Gran Subversión, caracterizada por:

  1. Relativismo absoluto: Negación de toda verdad objetiva, especialmente en el ámbito moral y religioso.
  2. Cultura de la muerte: Legalización y promoción del aborto, la eutanasia y otros crímenes contrarios a la naturaleza, a la humanidad y a Dios.
  3. Deconstrucción antropológica: Negación de la naturaleza humana, especialmente en lo referente a la diferencia sexual y la familia.
  4. Globalismo: Disolución de las identidades nacionales y culturales tradicionales en favor de un desorden mundial tecnocrático.
  5. Transhumanismo: Proyecto de corrupción de la condición humana mediante la tecnología, última expresión de la hybris revolucionaria.
  6. Dictadura del relativismo: Imposición coactiva de la ideología progresista mediante la censura, la cancelación y la persecución legal de las voces disidentes.

En el ámbito cultural, esta subversión se manifiesta en:

  • Dominio absoluto de la enseñanza: Las universidades, otrora centros de transmisión del saber tradicional, se han convertido en focos de adoctrinamiento revolucionario, al igual que los colegios y cualquier otra institución educativa.
  • Control mediático: Los grandes medios de comunicación y las plataformas digitales imponen una narrativa uniforme que excluye y demoniza las perspectivas tradicionales.
  • Degradación artística: Las manifestaciones artísticas contemporáneas, promovidas oficialmente, se caracterizan por el feísmo, la transgresión gratuita y el desprecio a la tradición.
  • Entretenimiento subversivo: La industria del entretenimiento transmite sistemáticamente mensajes contrarios a la civilización tradicional, especialmente dirigidos a la juventud.
Resistencia y Esperanza

Acto carlista multitudinario en el Monasterio de Montserrat

Ahora bien, querido lector de LauroClub, auténtico espartano de estas Termópilas, escucha: Está en nuestra mano, con ayuda de Dios, combatir por la genuina cultura y civilización, pues tenemos medios para ello, y el deber de pelear. Para que cobremos ánimo frente a este panorama aparentemente desolador, mira que existen signos de resistencia y renovación:

  1. Pervivencia de núcleos tradicionales: Hay aún comunidades, instituciones educativas y medios de comunicación que mantienen viva la llama de la tradición y la promueven, por ejemplo nuestro amadísimo LauroClub.
  2. Nueva apologética: Ya que el conocimiento, a pesar de estar sepultado por montañas de ideología revolucionaria, es más fácilmente accesible que nunca, hay un surgimiento de intelectuales capaces de articular una defensa sofisticada de la visión tradicional frente al desastre contemporáneo.
  3. Despertar juvenil: Hay un creciente interés, entre los jóvenes más valiosos y espabilados, por redescubrir las raíces de nuestra civilización, hastiados del vacío espiritual posmoderno.
  4. Internacionalización tradicionalista: se están formando redes globales de pensadores y activistas comprometidos con la restauración del orden tradicional.

Este panorama demuestra que la batalla cultural, aunque extremadamente desigual, no está ni mucho menos perdida. Es más, ten por seguro que como decía Ramiro de Maeztu, la hiedra que parasita sobre la encina sólo se sostiene por el vigor del árbol al que se agarra. Así también esta revolución vive de las rentas del antiguo orden, y por las mismas nefastas ideas que ha tomado por cimiento acabará derrumbando su propio edificio. La verdad posee una fuerza intrínseca que ninguna ideología puede silenciar permanentemente.

Por eso, vamos a empezar a combatirles, conociendo lo primero en qué consiste el genuino orden de la política, de la economía, de las ciencias, de la filosofía, del lenguaje, en definitiva, en qué consiste la civilización.

RECOMENDACIONES FUNDAMENTALES

Te recomendamos aquí, querido amigo de LauroClub, las siguientes obras colosales, que seguramente encuentres desafiantes, apasionantes, vigorizantes, en definitiva, llevarán al siguiente nivel tus conocimientos culturales y serán forja de tu carácter y de tu inteligencia. Están pensadas para que conozcas los detalles del combate cultural que sucedió en todos estos siglos, y te empapes de genuina civilización cristiana.

  1. «Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo» – Juan Donoso Cortés

Obra magistral del pensamiento contrarrevolucionario español. Donoso Cortés, con la clarividencia que caracteriza a los grandes pensadores católicos, desarticula las ideologías modernas demostrando que tanto el liberalismo como el socialismo son desviaciones teológicas antes que políticas. Su análisis de cómo los errores religiosos conducen inexorablemente a catástrofes sociales es más actual hoy que cuando fue escrito. Imprescindible para comprender la raíz metafísica de la crisis contemporánea.

  1. «Historia de los heterodoxos españoles» – Marcelino Menéndez y Pelayo

Esta es una obra Monumental. En ella brilla la investigación donde el erudito santanderino, jovencísimo por antaño, cataloga y refuta sistemáticamente todas las herejías y desviaciones doctrinales que han pretendido socavar la unidad católica española. Su prosa castiza y su inmensa erudición hacen de esta obra no solo un arsenal apologético sino un monumento literario. Su lectura forjará tu criterio para distinguir lo ortodoxo de lo heterodoxo en nuestra tradición cultural.

  1. «Ortodoxia» – G.K. Chesterton

El genial apologista inglés demuestra, con su característico ingenio paradójico, cómo el cristianismo es la única respuesta satisfactoria a las grandes cuestiones existenciales. Lejos de ser una reliquia del pasado, Chesterton revela que la ortodoxia católica es la única posición verdaderamente sensata y revolucionaria en un mundo de locos. Su lectura es un antídoto contra el veneno intelectual moderno.

  1. «La Hispanidad como problema: Historia, cultura y política» – Miguel Ayuso
AGOTADO NUEVO, preguntad a la editorial Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II

Brillante análisis de la esencia de la cultura hispánica y su misión universal. El profesor Ayuso demuestra cómo el pensamiento tradicional español ofrece respuestas coherentes a los grandes dilemas de la modernidad. Una obra esencial para comprender que nuestra tradición político-cultural contiene los principios necesarios para la regeneración de Occidente.

  1. «¿Qué es el carlismo?» – Francisco Elías de Tejada

Exposición sistemática y luminosa del pensamiento tradicionalista español. Elías de Tejada sintetiza, con precisión jurídica y profundidad filosófica, los principios fundamentales de la concepción política genuinamente española. Demuestra cómo el carlismo no es una mera opción dinástica sino la encarnación política de toda nuestra tradición.

  1. «The Idea of a University» – John Henry Newman

El cardenal Newman expone con insuperable lucidez la concepción católica de la educación superior. Frente a la fragmentación moderna del saber, propone una visión integral donde la teología corona todas las ciencias. Especialmente valioso hoy, cuando las universidades han traicionado completamente su misión original de búsqueda desinteresada de la verdad.

  1. «Revolución y Contrarrevolución» – Plinio Corrêa de Oliveira

Análisis penetrante del proceso revolucionario moderno y sus etapas. El pensador brasileño no solo diagnostica la enfermedad sino que prescribe el remedio: un programa integral de restauración cristiana. Su claridad conceptual y su perspicacia histórica hacen de esta obra un manual indispensable para todo contrarrevolucionario.

  1. «El orden político en la tradición hispánica» – Miguel Ayuso

Segunda obra fundamental de Ayuso que profundiza en los principios políticos de la tradición española. Demuestra con rigor académico la coherencia y actualidad de nuestro pensamiento político tradicional, desmontando los mitos del liberalismo y el constitucionalismo moderno.

  1. «Disputationes de Controversiis Christianae Fidei» – San Roberto Belarmino

Obra cumbre de la apologética católica contra el protestantismo. El santo Doctor de la Iglesia refuta sistemáticamente, con impecable lógica y profundo conocimiento patrístico, todos los errores de los reformadores. Su método es un modelo permanente para la defensa de la fe en cualquier época.

  1. «De Officiis» – Cicerón

Incluimos esta joya clásica para mostrar que ya antes de que surgieran todos los errores modernos, la civilización clásica los impugnó. Este es un tratado clásico sobre los deberes morales que demuestra la profunda compatibilidad entre la mejor sabiduría antigua y la doctrina cristiana. Su lectura es fundamental para comprender los cimientos grecorromanos de nuestra civilización y la continuidad esencial entre la filosofía clásica y el pensamiento católico.

EN CONCLUSIÓN

Estas diez obras, querido lector, no son mera erudición libresca sino auténticas armas de combate cultural. En ellas encontrarás las claves para comprender la crisis de nuestro tiempo y los principios para superarla. En LauroClub nos comprometemos a ser tu guía en este proceso de formación integral, proporcionándote el criterio necesario para distinguir lo verdadero de lo falso, lo bello de lo deforme, lo bueno de lo perverso.

La restauración de la civilización cristiana comienza con la formación de una élite intelectual capaz de pensar contra la corriente dominante. ¿Estás dispuesto a formar parte de esta minoría creadora? Tu lectura de este artículo indica que perteneces a esa estirpe de espíritus nobles que no se conforman con las falsificaciones modernas y buscan la verdad auténtica.

Emprende con nosotros este camino de formación. La batalla es ardua, pero la victoria final está asegurada, porque la Verdad, por su propia naturaleza, termina siempre imponiéndose, por muchos que sean sus enemigos.

Scroll al inicio